Entrevista a José Antonio Lorente, Médico-Investigador
Su prestigio es tan apabullante que suele ser habitual que el moderador de unas jornadas no sepa cómo presentarlo ante un auditorio de expectantes profesionales de cualquier rincón del mundo. Profesor, doctor, investigador, asesor, señor Lorente. Su currículo, extractado, ocupa tres folios, el espacio mínimo para detallar las ciudades y los países que han requerido su presencia para desarrollar proyectos o conocer nuevas técnicas de identificación forense. En su despacho de la Universidad de Granada no queda un hueco de pared en blanco para colgar diplomas del FBI, cartas de agradecimiento o reconocimientos de las instituciones más variadas. A José Antonio Lorente le gusta que le definan como médico. Hasta su hija tiene alguna duda: “A veces me pregunta que qué soy, si investigador, profesor, médico, etc. y le digo que médico”.
Uno se pierde con tanta etiqueta. ¿Definitivamente doctor Lorente?
Me encanta la docencia, la divulgación, pero todo esto desde la medicina. Yo me siento médico. Todos los otros aspectos son y se han desarrollado porque soy médico. Eso sí, un médico inquieto, hiperactivo y con treinta mil iniciativas en marcha. Tengo la suerte de contar con el apoyo de la UGR y de un grandísimo equipo de colaboradores. Sin ellos nada sería posible.
Hoy en Madrid, el martes en Berlín y el miércoles dando clases en la Academia del FBI. ¿Cómo aguanta un médico ese ritmo de vida?
Muchas veces me pasa eso de estar un lunes dando una clase en la Universidad, irme a Chile y Uruguay entre semana y volver para dar otra clase el viernes en Granada. Uno se acostumbra porque no te da tiempo ni a cambiar los horarios al ser viajes tan cortos. Con planificación se lleva bien. Como anécdota le contaré que de las numerosas veces que he visitado Perú no acudí a ver el Machu Picchu hasta la décima. La gente que me invitaba llegó a molestarse porque creían que era descortés, pero lo cierto es que cuando viajo es para trabajar y procuro sobrecargar mucho la agenda para no perder el tiempo.
¿Hay mucho desconocimiento en el mundo acerca de las posibilidades que ofrece la investigación con el ADN?
El mundo es muy grande. Muchos países están incorporando nuevas tecnologías que antes no tenían. En lo que respecta a nosotros, los médicos realizamos investigaciones al máximo nivel posible. Por eso cuando alguien quiere montar un laboratorio desde cero o mejorar sus técnicas de trabajo busca a esas personas que ya tienen experiencia. Poco a poco te vas convirtiendo en una figura de referencia, sin quererlo y sin buscarlo.
¿Con qué países está colaborando más activamente ahora?
En octubre estuve en Singapur porque se va a formar una red de laboratorios de criminalística de todos los países de Asia para intercambiar datos. Es un proyecto que impulsa Naciones Unidas y que ya funciona en muchas partes del mundo. Sus creadores pensaron en nosotros para desarrollarlo, y en eso estamos. Desde la Universidad de Granada promovimos una iniciativa idéntica pero en Iberoamérica para que todos los laboratorios de médicos forenses estén unidos para intercambiar datos de tipo científico. Fue una idea pionera que ahora está extendida por todos los continentes.
Sus aportaciones han sido realmente decisivas para el avance de las técnicas de investigación de médicos forenses. ¿De qué está más orgulloso?
De dos cosas fundamentalmente . Estoy orgulloso de que todo lo que mi equipo médico ha ayudado a desarrollar sigue funcionando perfectamente ya años después de que haya sido puesto en marcha. Y estoy orgulloso de que tanto las personas con las que traté hace mucho tiempo como sus sucesores siguen acudiendo a nosotros y nos usan como referencia. Eso significa en el fondo que estás haciendo un buen trabajo.
¿Veremos la creación de un banco genético para delincuentes?
En España ya se está creando porque está contemplado en una ley de 2007. Es un banco de delincuentes, de personas que han cometido delitos graves o sospechosos de terrorismo. Si se limita a eso es útil.
¿Y llegará el día en que cuando se vaya a renovar el DNI nos soliciten un pelo para obtener nuestro ADN?
Todo se andará. Soy contrario a eso puesto que la única utilidad que tendría sería para identificaciones en casos de desastres. El momento en que todo el mundo esté fichado por su ADN lo veremos dentro de 20 años, en contra de mi gusto. Evidentemente será efectivo para resolver delitos, como lo sería tener todas las huellas informatizadas o tener localizados todos los teléfonos móviles. Pero si todo el potencial de esa información es mal utilizado conllevaría una situación muy grave.
¿La deontología médico-profesional es capaz de adaptarse tan rápido a los continuos cambios?
Vamos por un camino más o menos adecuado, pero muy deprisa. La sociedad no entiende bien lo que se hace con estas cosas porque es algunos científicos y ni lo entienden. Estamos entrando en una fase que me da miedo, quizás porque conozco un poco al ser humano, de que el fin justifica los medios. Aquí no se piensa. Dicen que tal cosa puede servir en el futuro para algo y tiran para adelante. Las cosas no son así. La gente se cree que la ciencia es una ciencia pura y no es así porque a ciertos niveles está sometida a unos intereses y a unas presiones bestiales y se va hacia un camino donde se bus- can cosas que tengan un rendimiento económico por medio de patentes. Las investigaciones científicas necesitan un control social.
¿Cómo cree que deberían llevarse a cabo las exhumaciones para realizar las identificaciones con un mayor éxito?
Si una familia está de acuerdo con recuperar el cadáver de un familiar tiene derecho a hacerlo. Eso se debe hacer de una manera totalmente profesional y científica y, por supuesto, completa- mente alejada de la política. Este es el problema que tenemos en este momento. Es un asunto sensible que se ha politizado mucho y que se usa como arma arrojadiza para atacarse los unos a los otros.
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