‘Líder’ mejor que ‘Jefe’
Hace unos meses escribía aquí sobre liderazgo estableciendo la diferencia entre ‘potestas‘ frente ‘auctoritas‘. Potestas era el poder que se poseía simplemente por ostentar un cargo jerárquico. Si un directivo ostenta sólo este grado de poder, las personas no le obedecen a él, sino a su cargo, por lo que su poder durará lo que su posición en el mismo. La persona que sólo ostente este tipo de poder obtendrá la sumisión de sus subordinados, pero nunca ganará su respeto. Auctoritas era la cualidad por la que una persona se hacía merecedora del respeto y admiración de sus semejantes a través de la demostración continuada de experiencia, conocimiento y denotadas habilidades personales.
El directivo que tiene auctorictas lleva una vida de trabajo, de esfuerzo y de conocimiento, que le hacen merecedor del honor de ser escuchado. Quisiera profundizar en este tema hablando de las diferencias que existen entre un jefe y un líder, pues aunque puedan parecer tópicos las que voy a enumerar, realmente no lo son. Se dice que el jefe inspira temor, mientras que el líder genera confianza.
El jefe dice “yo”, pero el líder dice “nosotros”. El jefe se basa en el poder, el líder se basa en la autoridad. El jefe manda, el líder guía. El jefe echa culpas, el líder soluciona los problemas y asume los errores. El jefe hace que crezca el resentimiento, el líder promueve que crezca el entusiasmo. El jefe hace que el trabajo sea monótono, el líder hace que sea interesante. El jefe tiene empleados, el líder tiene un equipo de trabajo.
El jefe se preocupa por la cosas, el líder por las personas. El jefe habla de su empresa, el líder de nuestra empresa. Ser un buen jefe no significa ser un buen líder, pues existen jefes que para obtener sus objetivos perjudican el desarrollo de su equipo. Según Ronald Riggio, coautor del libro ‘Transformational Leadership’ (Liderazgo transformacional): “Un buen líder llega a sus metas sin dejar exhausto a su equipo”. Para cambiar de un jefe que siempre piensa que tiene la razón, a un líder al servicio de su gente, un paso fundamental es aprender a delegar, renunciando a la centralización de información en una sola persona y dejar de ver a los empleados como subordinados sino como colaboradores. Los jefes que desean convertirse en buenos líderes deben comenzar por cumplir la siguiente regla: “No tener una agenda oculta”, pues deben dar a conocer lo que están tratando de hacer y cómo lo están planeado para lograrlo, es decir, deben contar siempre con su equipo.
Un verdadero líder trabaja con la parte emocional y logra un acercamiento asertivo con su personal. Para dirigir de esta forma se necesitan cualidades que no todos tienen, como es escuchar, pues aunque muchos creemos que lo hacemos, al analizarlo bien nos damos cuenta de que sólo oímos lo que la otra persona dijo, pero no la hemos escuchado. Otra cualidad importante del líder es saber conversar, incluyendo la retroalimentación, es decir, preguntar constantemente la opinión de los que nos rodean, pues aunque la cultura de obediencia aún está presente en muchas organizaciones, si se quieren obtener mejores resultados hay que desechar la política del sometimiento. Los buenos profesionales tienen una mente libre, por lo que no les interesa quedarse siempre en una misma empresa, salvo en aquella que los sabe involucrar y los toma en cuenta.