Entrevistas

18/12/2013

Entrevista a Cristina Garmendia Mendizábal. Presidenta de Genetrix y ex Ministra de Innovación y Ciencia

«Solo el 7% de nuestros jóvenes quieren ser emprendedores»

Cristina Garmendia Mendizábal (San Sebastián 1962) bióloga y empresaria española. Sin militancia política anterior, fue nombrada en abril de 2008 ministra de Ciencia e Innovación, cargo que ejerció durante toda la IX Legislatura, bajo el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Doctora en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid, antes de su elección como ministra fue presidenta de la Fundación Inbiomed y de la Asociación Española de Bioempresas. En 2000 funda Genetrix, empresa del sector de la biotecnología y en 2008 la sociedad de capital riesgo YSIOS, especializada en salud y biotecnología. Era también miembro de la junta directiva de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Tras su salida del Gobierno, Cristina Garmendia retoma su faceta empresarial como socia de YSIOS y accionista de Genetrix, formando parte además de consejos asesores privados y públicos, entre ellos del Gobierno de Colombia.

Una vez que ha dejado la política de primer nivel y ha pasado a la empresa privada, ¿cree que es necesario o conveniente eliminar la figura del político profesional?

En efecto, vine de la empresa privada y he vuelto a la empresa privada, pero siempre he tenido un compromiso institucional, ya sea en el asociacionismo empresarial o participando en consejos asesores de universidades y entidades sin ánimo de lucro. No he sido ni la primera ni la última con este perfil, pero es cierto que no es muy común en España –lo es más en otros países– Creo que es sano para la política y la vida pública española que haya más personas con este perfil.

¿Qué opina de la crisis institucional que sufre España y la desafección de la sociedad respecto a los políticos?

Los países de mayor tradición democrática tienen excelentes representante políticos, y su desarrollo social y económico está íntimamente ligado a ellos. En líneas generales, la sociedad civil en esos países sigue muy de cerca la política y sus políticos, opinando, exigiendo y reconociendo el papel que desempeñan. Difícilmente podemos pensar en un sistema al margen de la política y sus altos representantes, y por lo tanto, como reflexión, diría que ojalá la sociedad civil española estuviera más cerca de la política, fuera más exigente con sus representantes y los mejores profesionales de la política o fuera de ella, estuvieran incentivados a dar un paso adelante.

¿Dificulta esta crisis de credibilidad política la salida de la crisis?

Es algo que me preocupa. Creo que en España estamos viviendo la convergencia de tres crisis: la económica, la institucional –que se refleja en la desafección que menciona– y la del modelo territorial. Las tres son complejas y, sufridas al mismo tiempo, están sometiendo a los españoles a mucha tensión. Pese a todo, creo que la sociedad española está dando muestra de un civismo y una madurez encomiable.

¿Qué sintió cuando dejó el Ministerio de Ciencia e Innovación y volvió a la actividad privada?

Me preguntan a veces si sentí pena el día en que abandoné el cargo, y lo cierto es que no. No soy una persona nostálgica con el pasado. En mi experiencia, cada etapa ha sido clave para la siguiente. Fue un periodo largo y creo que también fructífero. Tuve la oportunidad de ejercer toda una legislatura y puedo decir que ha sido la etapa más transformadora de mi vida profesional. En esta nueva etapa he retomado mis responsabilidades anteriores y estoy también comprometida con nuevas iniciativas empresariales.

¿Su receta para salir de la crisis pasa por apostar por la I+D+i?

Las cifras parecen indicar que la situación macroeconómica se ha estabilizado y está comenzando a mejorar, pero el desempleo persiste como una dura realidad para millones de españoles. Mi receta sigue siendo la misma que en los años que estuve al frente del ministerio: apostar por la innovación como palanca de transformación productiva, de creación de una economía más competitiva y capaz de crear empleos estables. El comportamiento de las empresas españolas más innovadoras durante la crisis es una muestra de que la receta funciona.

¿Qué la parece la Ley de apoyo al emprendedor?

Me parece que la Ley de apoyo al emprendedor aborda, sobre todo en el plano fiscal, algunos aspectos muy importantes que van a contribuir a favorecer el emprendimiento en España. También contribuye, sin duda, a aumentar la relevancia social del emprendimiento: a que se hable más de ello y, sobre todo, se practique más. De todas formas en España tenemos una gran barrera para el emprendimiento y es la cultural. Seguimos prefiriendo que nuestros hijos tengan un trabajo seguro y si es cerca de casa, mejor. Y si analizamos la opinión de nuestros jóvenes, según los últimos datos, menos del 7% quieren ser emprendedores. En estos momentos en muchos de los países de referencia, esta tasa supera el 50%.

¿España es destino para la instalación de empresas extranjeras? ¿Qué ventajas ofrece España respecto a otros países de nuestro entorno para acoger esa iniciativa empresarial extranjera? ¿Y del ámbito de la biotecnología?

En el ámbito de la biotecnología, que es el que mejor conozco, creo que la calidad de nuestra ciencia es uno de los mayores atractivos para los inversores y los emprendedores internacionales. España es la décima potencia mundial en producción científica, medida según los estándares internacionales. La biotecnología ha más que duplicado su peso en nuestro PIB (2,98% en 2008-7,15% en 2011) en unos años muy difíciles para nuestra economía, y en este momento es un referente internacional, un caso de éxito. Espero también que la mejora del cuadro macroeconómico y las reformas contribuyan, como ya parece que está ocurriendo, a atraer mayores inversiones al conjunto del sector productivo y a los mercados de capitales.

¿La investigación en España cuenta con el suficiente apoyo? ¿Debemos ir olvidándonos de que todo se tiene que hacer con ayuda pública y buscar ese capital o financiación en el sector privado?

España ha hecho un esfuerzo importantísimo en la última década por mejorar su sistema de I+D. Cuando estuve al frente del Ministerio decía –y lo sigo diciendo– que las capacidades científicas que tenemos son un activo importantísimo sobre los que asentar la competitividad de nuestra economía y que en este periodo de crisis, más que nunca, tenemos que aprovechar esas capacidades para generar retornos económicos a la sociedad, para generar nuevas oportunidades de negocio y empleos cualificados. Quizás la comunidad científica ha vivido demasiado al margen de la realidad económica que le rodea, no ha estado suficientemente interesada ni incentivada a transferir sus resultados al sistema empresarial. Por otra parte, la mayoría de nuestras empresas no han entendido que para mejorar su competitividad debe incorporar nuevos desarrollos científicos y tecnológicos en los bienes y servicios que producen, y por lo tanto no han generado un nivel de interlocución eficiente con el mundo de la investigación. En la última década hemos avanzado mucho con nuevas herramientas para paliar estos déficits. El CDTI ha generado nuevos programas de colaboración público-privada y en 2011 aprobamos prácticamente por unanimidad parlamentaria la Ley de la ciencia, la tecnología y la innovación que por primera vez desarrolla instrumentos para mejorar nuestro ecosistema de innovación y poder así transferir de forma eficiente los resultados científicos al tejido productivo. Pero no podremos lograrlo si no conservamos nuestras capacidades científicas desde la inversión pública; si perdemos los liderazgos científicos que tantas décadas nos ha costado construir. Los países que hoy consideramos potencias económicas son todos ellos potencias científicas.

En un artículo publicado calificaba a Steve Jobs como un emprendedor sin límites, ¿qué ha supuesto esta figura en el mundo de la empresa? ¿Qué tenemos que hacer para que pueda salir otro Steve Jobs?

Con ocasión de la muerte de Steve Jobs en octubre de 2011 escribí, efectivamente, un obituario titulado un emprendedor sin límites. Del sentimiento de aquellos días, destacaba en mi artículo que Jobs era uno de los mejores ejemplos de la ‘ética del pionero’ tan propia de los emprendedores estadounidenses, de su convencimiento de que con ideas y esfuerzo es posible salir adelante, de que es necesario arriesgar para triunfar, y de su confianza en que la sociedad sabrá reconocer los éxitos y tolerar los fracasos. Lo que más admiro, por tanto, no es solo al personaje, sino a los valores que subyacen y que comparten otros muchos emprendedores, no solo en Estados Unidos: el amor por trabajo bien hecho, el espíritu competitivo y la capacidad de cooperar para compartir riesgos.

Como consejera del Gobierno de Colombia para investigación y desarrollo, ¿qué políticas sobre esta materia está desarrollando este país latinoamericano que deberíamos tomar en España?

Muchos países latinoamericanos están haciendo importantes reformas e inversiones en materia de ciencia e innovación. Efectivamente, estoy viviendo particularmente de cerca el caso colombiano en mi faceta de asesora del Gobierno y, desde luego, es un país que está haciendo una importante apuesta por la inversión en I+D+i que ya está dando sus frutos. Admiro el entusiasmo de los dirigentes políticos con los que tengo la ocasión de colaborar y el clima de optimismo contagioso por el periodo de desarrollo económico y social que está atravesando el país. Pero no es fácil comparar los países europeos con otros que crecen rápido en I+D pero que parten de una posición menos avanzada; las situaciones de partida y la coyuntura económica son muy dispares.

¿En qué medida contribuye la financiación privada a la investigación biomédica?

En cualquier sector tecnológico, la financiación privada entrando a participar en el capital, es la única vía para empresas que son intensivas en el uso de recursos financieros y cuyos procesos de maduración llevan varios años. Es una herramienta imprescindible y complementaria a otras fuentes de financiación de nuevas empresas de base tecnológica, como son las ayudas públicas a la I+D+i o la financiación bancaria. En el caso de la biomedicina, que es el mundo que mejor conozco, la diferencia la marca la investigación de frontera que es capaz de ofrecer nuevas soluciones en materia de salud –por ejemplo terapias avanzadas– y, desde luego, la capacidad de incidir en nuevos modelos de negocio viables para valorizar dicha investigación. La financiación es, en este sentido, clave, puesto que la biotecnología es muy intensiva en capital. Cuando fundé Genetrix y comenzamos a desarrollar proyectos empresariales en terapia celular, me encontré con que no había fondos de capital riesgo especializados que pudieran financiar estos proyectos empresariales. Y los fondos internacionales no querían entrar en España si no era de la mano de algún fondo especializado español… Por eso, junto con otros socios, fundamos la gestora de fondos Ysios Capital Partners en 2008, que en 2014 terminará de invertir su primer fondo YBF I y comenzará a levantar el segundo YBF II.

Desde el primer nivel empresarial con la presidencia de Genetrix y como consejera de Ysios, ¿cuál es la principal barrera que se encuentra?

Genetrix se concibió como un grupo desde el que traducir resultados científicos a proyectos empresariales, algunos de los cuales han sido un gran éxito. Empresas como Genetrix permiten acercar a la cama del paciente soluciones que un día fueron concebidas en el laboratorio. Para hacerlo, necesitan estar conectadas con unos centros de I+D que sean de excelencia científica y que estén abiertos a colaborar con la empresa. En ambos aspectos España ha mejorado mucho en los últimos años. También es necesario que las empresas tengan acceso a financiación privada no bancaria. Y en este sentido, el entorno europeo en general y el español en particular es muy ineficiente para promover empresas innovadoras, ya que está excesivamente bancarizado. Contar con los instrumentos financieros necesarios es clave para promover empresas de rápido crecimiento. El mundo del capital riesgo es esencial y está completamente infrarrepresentado. En España el CDTI ha sido y sigue siendo una institución fundamental para el ecosistema de innovación y afortunadamente en este último año también el ICO ha asumido un protagonismo en este sentido. Ojalá el Gobierno profundice en esta senda, estoy convencida que tendrá un impacto transformador para España.

Ha sido pionera al trasladar la investigación biomédica al campo empresarial, ¿qué movimientos o avances concretos se han conseguido en este campo?

El sector biotecnológico es de los pocos que ha dado buenas noticias en los últimos años. A pesar de la crisis, el sector ha seguido generando empleo neto y casi todas las variables clave que evalúan la salud del sector, siguen creciendo año tras año. Puede decirse que el sector ha adquirido una visibilidad creciente como fuente de innovación y de mejora de la competitividad en múltiples sectores de los denominados maduros. Como he comentado anteriormente, el peso en el PIB de las empresas usuarias de biotecnología ascendió en 2011 a más del 7%, frente al 3% del 2008. Dentro del sector de la Biotecnología, el de la Biomedicina es especialmente relevante, en el que año tras año se firman importantes acuerdos de pymes españolas con grandes multinacionales del sector salud. Es además un sector crecientemente internacionalizado, como muestra el hecho de que la patronal ASEBIO haya decido internacionalizar su evento más importante, BioSpain, para organizar Biolatam –en el que he tenido la ocasión de participar–, que se acaba de celebrar en Bogotá con gran éxito: más de 700 asistentes y 30 países participantes.

En un contexto de recesión económica, ¿debe mantener un apoyo decidido a la investigación médica?¿Nos debemos ir olvidando de las subvenciones y buscar financiación privada?

En los sistemas de innovación tiene que haber espacio para todo tipo de instrumentos de apoyo: a la investigación biomédica de frontera, a la investigación traslacional y a la innovación tecnológica. Cada tipo de proyecto requiere un tipo de apoyo financiero público y, en el caso de los procesos de valoración de tecnologías biomédicas y de creación de spin offs, el acceso al capital privado –en forma de capital semilla y capital riesgo– es clave.

¿Es endémica la fuga de cerebros?

En los últimos 25 años, España ha pasado de ocupar el puesto 30 en el ranking mundial de producción científica a situarse entre los 10 primeros países. Esto no hubiera sido posible si no tuviéramos a muchos de nuestros cerebros trabajando aquí. España ha sido capaz, durante muchos años, de atraer y retener talento. Parece que esta tendencia se está revirtiendo por la falta de ayudas públicas y a muchos de nuestros mejores jóvenes investigadores les cuesta encontrar un hueco. Ciertamente, la investigación es global y la carrera de todo buen científico debe incluir estancias fuera de España. En ese sentido, es bueno que salgan. El problema se produce cuando el saldo neto de los que salen y los que entran es negativo y cuando la imagen internacional de España como país de ciencia se deteriora. En ese sentido, entiendo la preocupación de los jóvenes investigadores que, más que nada, necesitan tener certidumbre sobre la evolución de las ayudas públicas a su formación y contratación en el sistema público de investigación.

¿Qué le parece Granada?

Es una ciudad acogedora a la que vengo siempre que puedo. He tenido ocasión de venir por motivos personales y profesionales en muchas ocasiones y, como ministra, tuve la suerte de visitar el Parque Tecnológico de la Salud y el Parque de las Ciencias, que son dos entidades de referencia para España. Granada, conocida tradicionalmente por su patrimonio histórico, comienza a ganar posiciones y a hacerse visible como ciudad de ciencia y tecnología.

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